La Iglesia Cristiana ha valorado desde siempre la música; por eso, no es extraño que las canciones de Navidad más antiguas daten del siglo IV. La música de la Edad Media siguió la tradición, pero no fue hasta el Renacimiento cuando, en Italia, aparecieron las primeras canciones más parecidas a los villancicos de ahora y que se cantaban en latín. El más popular de todos, "Noche de paz", fue escrito por unos sacerdotes de una parroquia austriaca en el año 1818, y, a partir de esa fecha, se popularizó y se compusieron muchos más villancicos.
En la antigua Babilonia, tenían la costumbre de celebrar el año nuevo con la elección, por parte del monarca, uno de sus súbditos, al cual se le daba el privilegio de ser rey por un día. Sin embargo, tener ese honor no era ningún regalo. De acuerdo con la tradición, tras su reinado, debía ser sacrificado en ofrenda a los dioses. Un año le tocó ser rey por un día a Enlil-Bani, uno de los jardineros del rey Erramiti. Sin embargo, durante la celebración ese mismo día, murió Erramiti y Enlil-Bani permaneció en el trono durante 24 años.
Los antepasados directos de la bicicleta (vehículos de dos ruedas unidas por una madera horizontal sobre la que se subía una persona y se impulsaba apoyando los pies en el suelo), aparecen a finales del siglo XVIII, eran más una diversión para nobles mas que un medio de transporte. En 1839, un herrero escocés, llamado Kirkpatrick MacMillan, inventa un artilugio al que ya podemos llamar bicicleta, puesto que le añade pedales para accionar la rueda posterior. A partir de ahí, el invento evolucionó: los pedales pasaron a impulsar la rueda delantera, las ruedas pasaron a ser de hierro y, luego de goma sobre hierro, se aumentó la velocidad, etc. La bicicleta adoptó su forma definitiva en 1893, cuando incorpora el piñón trasero, la cadena y los frenos, extendiéndose el invento por todo el mundo.
