Obsesionado siempre por que nadie hablase mal de el tenia espías del Kaiser repartidos por muchos lugares. Cierto día dos hombres bebían en una bodega y uno de ellos tubo la pésima idea de blindar "¡a la salud del loco emperador!". Uno de estos espías que se encontraba presente, actuó e intentando detener al insolente. Y éste se defendió diciendo que se refería "a la salud del loco emperador... de la china". "¡A mi no me engañas! -replicó el espía-. Todo el mundo sabe que el único emperador loco que hay es el nuestro". Y seguidamente se lo llevó a comisaria.
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